El sábado, 30 de enero jamás me imaginé que al visitar el Centro Presidencial William J. Clinton en Little Rock, Arkansas, se me iban a venir recuerdos gratos de mi infancia en Nicaragua. ¡Todo por una botella de Coca-Cola!
El Centro Clinton patrocinó una exhibición en celebración de los 100 años cuando obtuvo la patente la famosa botella. Como “Embajadora Social” del centro, fui invitada a un tour privado de la exhibición durante la Convención de Coleccionistas y Aficionados de Coca-Cola. El Director de Comunicaciones de la Compañía Coca-Cola, Ted Ryan, me asombró con su amplio conocimiento y pasión por todos los artículos originales, ¡sin notas, sin slides, todo memorizado en su cabeza!
La exhibición mostró artículos originales, como 3 cuadros del gran ilustrador Norman Rockwell, pintados exclusivamente para Coca-Cola. Mi favorito es una escena representando el clásico americano de la obra, Lo que el viento se llevó.
Al terminar el tour, nos llevaron a otra habitación donde fanáticos y coleccionistas de productos, esperaban ansiosos a Ted, con la esperanza quizás, de que unas de sus polvosas antiguedades llegara a ser valorada más de lo que pagaron por obtenerla. Fue ahí donde conocí a la señora Helen Scott, de Fayetteville, Arkansas, de unos 70 años según mi estimado, pues no quise preguntarle su edad, obviamente, por respeto. Sin embargo, su dulce sonrisa, cabello canoso y el hecho que le costó levantar la hielera metálica rectangular, me recordó a mi propia abuelita. El director Ted, amablemente le ayudó a pasar la hielera al frente, quien dijo ella, su esposo compró en los años sesenta. Ted abrió la gran caja roja metálica, observó su buena condición, donde caben 24 botellas para llevar a un picnic familiar. Me pregunto cuántos picnics la Sra. Helen habrá disfrutado con esa hielera, que ahora solo le trae eso, recuerdos familiares.
Ted le dio unas vueltas a la hielera y la valoró en unos $300-500 según la condición y lo antiguo. Le tomé unas fotos rápidamente, intentando capturar la hielera roja que le trajo una orgullosa sonrisa a la señora. Inmediatamente recordé a mi propia abuelita, fielmente empacando sandwiches y botellas de Coca-Cola en una hielera, para llevarnos a un día en las playas soleadas y agobiantes de Nicaragua. Nada como salir de haber jugado en las olas del mar, con una sed tremenda, y que tu abuelita te abriera una botella bien fría de esa dulzura de caña de azúcar en la fórmula latinoamericana. La señora Helen se sentó de vuelta, sin saber que su presencia recorrió mi mente con recuerdos gratos en menos de 3 minutos.
El Centro Clinton le recuerda a todas las familias y turistas que, con frecuencia, las exhibiciones proveen actividades familiares durante los fines de semana. ¡Especialmente ahora que se avecina la primavera y verano, traiga a su familia para crear esos recuerdos de infancia! Para más información del centro y membresía, visite Clinton Presidential Center.